La Iglesia se ocupa de la situación de unas 24.000 mujeres en los más de 120 centros destinados a combatir situaciones de especial dificultad. En estos centros trabajan con mujeres para que salgan del mundo de la prostitución y tienen como objetivo buscar su dignidad, integración, protección y promoción.
La Conferencia Episcopal, a través del departamento de Trata de personas, dentro de la Subcomisión Episcopal para las Migraciones y la Movilidad humana, organiza actos, conferencias o exposiciones durante el año para dar visibilidad a este drama «invisible» para la sociedad.
El departamento de Trata de Personas elaboró este curso unas unidades didácticas en las que, basándose en historias reales, acercan el drama de la trata de personas, especialmente a los jóvenes. Además, se apoyan en actividades para profundizar en el tema desde testimonios reales. Colegios o parroquias han trabajado con ellas para una mayor concienciación sobre esta «moderna forma de esclavitud», como definió la Trata el papa Francisco.
Buscar la integración en la sociedad de mujeres víctimas de la trata, el objetivo
Fidel Molina, diácono permanente, trabaja con estas realidades marginales. Es el coordinador del programa Berakah, en Vitoria. Especialmente su labor se centra en prestar ayuda a estas mujeres que en muchos casos han sido engañadas y que después no encuentran la manera de escapar de esa esclavitud. Desde hace 15 años salen a las rotondas de la ciudad donde se está ejerciendo la prostitución para intentar ofrecer otras posibilidades de vida.
Es difícil, pero es posible. Es difícil salir de un mundo que gira cada noche sobre una rotonda de las calles de Vitoria donde mujeres, la mayoría nigerianas, ejercen la prostitución. Pero es posible si el coche que para trae un caldo caliente, un café; conversación. Si de ese coche se bajan los voluntarios del programa Berakah, la obra social de las parroquias del casco histórico de esta ciudad.
Fidel Molina es diácono permanente y coordina este programa que desde hace 15 años atiende realidades muy marginales. Da respuesta a los que no tienen respuestas. Llega donde no llegan las instituciones, otras asociaciones, el tejido social alavés.
Entre esas realidades están las mujeres que ejercen la prostitución. Con ellas trabajan en la calle, intentan establecer una relación de confianza, de cercanía. Y, como respuesta, les ofrecen un hogar en el que comenzar su proceso de inserción.
Fidel sabe que es difícil, pero que es posible. Se lo confirman cada una de esas mujeres que han dejado de girar en una rotonda. Hoy tiene trabajo, tienen papeles, tienen una vida. Están integradas en la sociedad.
Como en Vitoria, la Iglesia trabaja con unas 24.000 mujeres en los más de 120 centros destinados a combatir situaciones de especial dificultad y buscar su dignidad, integración, protección y promoción.