SE TRATA DE DIOS

Queridos lectores del Diario La Rioja, me asomo por primera vez a esta tribuna invitado por el periódico, lo que es motivo de agradecimiento, con el deseo de que nos encontremos de vez en cuando a través de este medio.

El pasado 30 de mayo, la asociación Bitácora XXI organizó en el Centro Cultural de Ibercaja de Logroño una ponencia titulada ¿Muerte de Dios?, a cargo de un profesional de los medios de comunicación, Oriol Jara, converso al catolicismo, con quien se produjo después de su exposición un rico diálogo. En su testimonio nos habló de los motivos que él había descubierto para dar un giro a su vida y reorientarla según la nueva perspectiva que le ofrecía la fe, ámbito ignorado en su entorno familiar y social, y que sin embargo en él suscitaba cierta inquietud que fue alimentando con el tiempo.

Me resultó muy interesante por parte de los organizadores esta iniciativa, para darle vueltas a un tema que en muchas ocasiones se vuelve problemático. Si bien estamos rodeados de una cultura que habla de la presencia de lo religioso de una forma constante, en nombres, vocabulario, templos, tradiciones, arte, etc., que muchas veces pasa desapercibida por su asimilación espontánea en nuestra vida, sin embargo ha llegado a resultar comprometido abordarlo directamente en conversaciones de amigos, familiares, laborales, etc. Es como si no estuviera bien exponerlo por las posibles posiciones encontradas que podrían suscitarse. Mejor no tocarlo, dejarlo oculto, con la consiguiente pérdida de naturalidad a la hora de tratar la cuestión de Dios en voz alta. Lo religioso, y lo católico en particular, se silencia habitualmente, a no ser que algún hecho negativo sea considerado noticiable y entonces sí que es bien puesto de manifiesto.

No sé si los lectores que pasan por aquí en estos momentos están de acuerdo. Si entienden que lo religioso se ha relegado a un ámbito privado, considerado tabú de alguna manera, que sólo conviene abordarlo en unos contextos muy particulares. No deja de resultar paradójico que en determinadas situaciones no se hace problema del asunto, como puede ser la llegada de la Semana Santa, o las romerías en honor de la Virgen o los santos de cada lugar, pero que una vez terminados los actos, o incluso no siempre en sintonía con ellos, se vuelve a guardar lo religioso, y se separa de la vida ordinaria. La Navidad en muchos centros educativos se entiende como problemática, de ahí que mejor no mostrarla y sustituirla por otras celebraciones, lo que no se termina de entender bien.

Del mismo modo que el ponente de la conferencia que hemos comentado mostraba sus razones para tener fe, les propongo un ejercicio de consideración de este tema, e intentar identificar las razones que uno tiene para situarse en la orientación creyente de la vida o en la no creyente, y el modo en el que gestiona su postura y las de los demás, cuando aparece la cuestión en los diversos lugares donde nos encontramos.

Una de las experiencias más satisfactorias que he tenido desde que llegué a esta hermosa tierra riojana han sido los encuentros con diferentes sectores de la sociedad, en concreto con periodistas, políticos, y sanitarios que nos juntamos simplemente para ver cómo se situaba cada uno personalmente con relación a la cuestión de Dios y de la Iglesia, con el deseo de escuchar las razones de cada cual y dejar abierto un diálogo sincero con los distintos posicionamientos sobre estos temas. Algunos expresaron su sorpresa al encontrarse manifestando su postura de un modo natural entre sus colegas, que por la razón que fuera no lo habían hecho en otros momentos. El buen resultado de estos encuentros me anima a seguir prodigándolos con los diversos ámbitos en los que se desarrolla la vida social de La Rioja.

Es un privilegio asomarse a la experiencia de Dios de las personas y escuchar cómo lo viven, según qué circunstancias. Algunos sencillamente lo ignoran o niegan su existencia. Otros se sienten maltratados por Él, como el paciente Job, cuando en su zozobra exclama: “me levantas a lomos del viento, sacudido a merced del huracán (Job 30, 22)”. Hay quienes desde la incertidumbre se acercan a Él empleando el condicional “si”: si estás ahí, entonces… Los que entienden que, a pesar de todo, se han visto acompañados por la presencia de Dios en todo momento, mirando lo sucedido como algo que se ha entendido después, como ocurrirá con el final de Job y tantos otros personajes de la Biblia, y los que confiaron en medio de la pérdida definitiva “sin haber recibido las promesas, sino viéndolas de lejos, confesando que eran huéspedes y peregrinos en la tierra” (Hb 11,13).

Parece que no se puede afirmar la muerte de Dios.

 

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