Queridos fieles de la Diócesis y todas aquellas personas que participaréis en las actividades eclesiales de nuestra Iglesia particular, un cordial saludo en el Señor al comienzo del curso pastoral.
Nos hemos citado en la casa de la Madre, un año más, en el Monasterio de Valvanera, a los pies de nuestra Patrona, para encontrarnos los hermanos de fe y renovar nuestro deseo de seguir diciendo sí a Dios a través de nuestra vida, como un día lo hizo la Virgen.
Ella, la que ha sido puente entre el cielo y la tierra, para darnos a su Hijo, nos recuerda la adorable misión de imitarla, de continuar favoreciendo la presencia de Jesús en los ambientes en los que nos movemos, no como un empeño proselitista, sino como la consecuencia alegre y espontánea de ofrecer lo mejor que hemos recibido.
¿Qué nos podrían decir tantas personas necesitadas de esperanza si nos guardáramos para nosotros la fuente de donde brota todo sentido? Y ¿qué nos podrían decir, una vez descubierto el tesoro, de cómo lo estamos viviendo con todas las posibilidades que tiene y que muchas veces desaprovechamos?
Por eso queremos revivir con la novedad de la fe el Jubileo al que nos ha convocado el Papa Francisco para el próximo año 2025, que ha titulado con toda intención: “Peregrinos de esperanza”. Qué buena meta, en la que ya estamos implicados, para empezar, con nuestra oración a lo largo de todo este curso pasado, acompañando y preparando los corazones de tantas personas que se van a sentir invitadas a experimentar el gozo de la transformación que ofrece el evangelio.
No podíamos dejar de incluir esta propuesta global del Papa en nuestro plan diocesano pastoral que siempre es reflejo de lo que acontece en la Iglesia universal, en nuestra nación y en nuestro territorio particular.
El lema que hemos elegido, en sintonía con el de Roma, ha sido: “Que la esperanza os tenga alegres”, una expresión de S. Pablo, el incansable seguidor del Resucitado, del que queremos aprender a sentir su urgencia evangelizadora, superando la dificultades que trae consigo plantar el Reino de Dios en nuestro mundo.
Junto con el primer objetivo, centrado en el Jubileo, que desarrollaremos a lo largo del año, queremos seguir adecuando el organigrama diocesano para que sea fiel reflejo de la actividad pastoral que realizamos, con la actitud sinodal como modo de ser eclesial, que este año vuelve a tratarse en el segundo encuentro del Sínodo de los Obispos en Roma. Aguardaremos sus conclusiones para hacerlas nuestras. Este sería nuestro segundo objetivo pastoral.
En tercer lugar pretendemos promover la cultura vocacional, es decir, caer en la cuenta de que cada cristiano tiene una vocación a participar de la amistad con Dios, que luego concretará en caminos distintos, como la vida laical, consagrada o sacerdotal. Nos sumaremos a las iniciativas que se organizarán en este sentido a nivel nacional.
Como cuarto y último objetivo, queremos insistir en la formación cristiana, pilar fundamental de nuestra fe, independientemente de la edad que se tenga. Desde aquí os animamos a que os suméis a las iniciativas que os ofrecemos.
Para finalizar, una responsabilidad que nos atañe a todos, la difusión de lo que se vive en la Diócesis. Lo procuramos ofrecer a través de la página web, de la revista Pueblo de Dios, de los programas de radio, y de los mensajes de WhatsApp. Si os ponéis en contacto con nosotros os llegará puntualmente a vuestro teléfono la información diocesana con toda su actualidad. Gracias de antemano por vuestra colaboración. ¡Comenzamos!
Queridos fieles de la Diócesis y todas aquellas personas que participaréis en las actividades eclesiales de nuestra Iglesia particular, un cordial saludo en el Señor al comienzo del curso pastoral.
Nos hemos citado en la casa de la Madre, un año más, en el Monasterio de Valvanera, a los pies de nuestra Patrona, para encontrarnos los hermanos de fe y renovar nuestro deseo de seguir diciendo sí a Dios a través de nuestra vida, como un día lo hizo la Virgen.
Ella, la que ha sido puente entre el cielo y la tierra, para darnos a su Hijo, nos recuerda la adorable misión de imitarla, de continuar favoreciendo la presencia de Jesús en los ambientes en los que nos movemos, no como un empeño proselitista, sino como la consecuencia alegre y espontánea de ofrecer lo mejor que hemos recibido.
¿Qué nos podrían decir tantas personas necesitadas de esperanza si nos guardáramos para nosotros la fuente de donde brota todo sentido? Y ¿qué nos podrían decir, una vez descubierto el tesoro, de cómo lo estamos viviendo con todas las posibilidades que tiene y que muchas veces desaprovechamos?
Por eso queremos revivir con la novedad de la fe el Jubileo al que nos ha convocado el Papa Francisco para el próximo año 2025, que ha titulado con toda intención: “Peregrinos de esperanza”. Qué buena meta, en la que ya estamos implicados, para empezar, con nuestra oración a lo largo de todo este curso pasado, acompañando y preparando los corazones de tantas personas que se van a sentir invitadas a experimentar el gozo de la transformación que ofrece el evangelio.
No podíamos dejar de incluir esta propuesta global del Papa en nuestro plan diocesano pastoral que siempre es reflejo de lo que acontece en la Iglesia universal, en nuestra nación y en nuestro territorio particular.
El lema que hemos elegido, en sintonía con el de Roma, ha sido: “Que la esperanza os tenga alegres”, una expresión de S. Pablo, el incansable seguidor del Resucitado, del que queremos aprender a sentir su urgencia evangelizadora, superando la dificultades que trae consigo plantar el Reino de Dios en nuestro mundo.
Junto con el primer objetivo, centrado en el Jubileo, que desarrollaremos a lo largo del año, queremos seguir adecuando el organigrama diocesano para que sea fiel reflejo de la actividad pastoral que realizamos, con la actitud sinodal como modo de ser eclesial, que este año vuelve a tratarse en el segundo encuentro del Sínodo de los Obispos en Roma. Aguardaremos sus conclusiones para hacerlas nuestras. Este sería nuestro segundo objetivo pastoral.
En tercer lugar pretendemos promover la cultura vocacional, es decir, caer en la cuenta de que cada cristiano tiene una vocación a participar de la amistad con Dios, que luego concretará en caminos distintos, como la vida laical, consagrada o sacerdotal. Nos sumaremos a las iniciativas que se organizarán en este sentido a nivel nacional.
Como cuarto y último objetivo, queremos insistir en la formación cristiana, pilar fundamental de nuestra fe, independientemente de la edad que se tenga. Desde aquí os animamos a que os suméis a las iniciativas que os ofrecemos.
Para finalizar, una responsabilidad que nos atañe a todos, la difusión de lo que se vive en la Diócesis. Lo procuramos ofrecer a través de la página web, de la revista Pueblo de Dios, de los programas de radio, y de los mensajes de WhatsApp. Si os ponéis en contacto con nosotros os llegará puntualmente a vuestro teléfono la información diocesana con toda su actualidad. Gracias de antemano por vuestra colaboración. ¡Comenzamos!