MENSAJE DEL OBISPO PARA LA JORNADA DE MANOS UNIDAS «65 RAZONES»
Aunque cada momento cuenta, parece que las personas necesitamos de determinados números para señalar un acontecimiento. Los aniversarios no son sino la consecuencia de la prolongación en el tiempo de un hecho que conviene destacar por alguna razón. Y si tanto merece la pena, como hemos indicado, cada instante añade su contribución al anterior para prolongar una cadena de bien, como ahora queremos resaltar.
Manos Unidas, Asociación de la Iglesia nacida para mitigar las terribles consecuencias del hambre en el mundo, cumple ahora sesenta y cinco años de andadura. Esta ONG católica, se ha abierto con todo merecimiento un lugar en el ámbito del desarrollo de los pueblos a través de proyectos concretos que abarcan las necesidades fundamentales de las personas, como son, la alimentación, la salud y la educación, junto con las infraestructuras asociadas a estos objetivos.
Entendemos que la forma en la que Dios mira al ser humano es recibida en el seno de la Iglesia que la custodia y promueve a lo largo de la Historia de diferentes modos. Quien se acerca a esta fuente y se nutre de ella queda orientado al bien y no puede sino contemplar la realidad con entrañas de misericordia que mueven a la acción, tratando de desarrollar en cada persona todas sus potencialidades, sobre todo en los más necesitados.
El pasado mes de diciembre, como ya muchos sabrán, el Papa Francisco recibió a una delegación de Manos Unidas con motivo de este aniversario, lo que sin duda ha sido un gran estímulo para todos los que de alguna manera se encuentran vinculados con esta Asociación. En sus palabras, el Papa destacó el genio femenino de Manos Unidas, fruto de la inspiración de aquellas mujeres de Acción Católica que en los años cincuenta, en España, se comprometieron con toda ilusión para combatir “el hambre de pan, el hambre de cultura y el hambre de Dios”, palabras muy conocidas que introdujo el Santo Padre en su discurso, lo que suponen un buen recordatorio de la misión emprendida entonces y que marcan el itinerario de la Asociación.
Al final de su intervención, el Papa volvió a la esencia de esta institución vinculándola con la pretensión del Año Jubilar: “los animo a seguir adelante con su hermosa misión de voluntariado, de asistencia, de caminar juntos. Y ya cercanos al Jubileo, los invito a ser peregrinos de esperanza y a reorientar la vida hacia Jesús, también a través de su contribución a la mejora material, al progreso moral y desarrollo espiritual de los más frágiles y necesitados, para ayudarlos a conseguir una vida que responda a la dignidad de hijos de Dios”.
Nuestro agradecimiento al Papa Francisco por habernos reservado un espacio en su precioso tiempo y su aliento para no decaer en la buena obra emprendida de la que somos responsables. El agradecimiento es extensivo a los miles de personas que, con las manos unidas en la misión, el personal de la casa, voluntarios, miembros y colaboradores, siguen repartiendo el bien en los cientos de proyectos realizados en África, Asia y América, sin olvidarnos este año de la desgracia ocurrida en nuestro país, como consecuencia de la Dana.
Gracias a los que un año más os sumaréis generosamente en la campaña 2025 de Manos Unidas «Compartir es Nuestra Mayor Riqueza». Que podamos experimentarlo.
+Santos Montoya Torres
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño
Consiliario Nacional de Manos Unidas
9 de febrero de 2025