Con este título, “Sacerdotes al servicio, en una Iglesia en camino” me piden unas palabras con motivo del Día del Seminario para este número de Pueblo de Dios.
Bastaría con ir poniendo los nombres de los sacerdotes de nuestro presbiterio para contestar gráficamente el título sugerido. Nos faltaría espacio escribiendo sus nombres, no digo las páginas que harían falta para mostrar sus testimonios de servicio, como afirmarían muchos de los que conocen vuestras vidas.
Solo un paso por el Hogar Sacerdotal nos da una idea de los años entregados al ministerio, que han regado la Iglesia en la tierra de la Rioja y en otros lugares. Mirar a los mayores es sin duda un testimonio vocacional que no podemos olvidar. Desde el silencio de su retiro, en este rincón bien centrado de Logroño siguen animando la vida diocesana de un modo que sólo Dios conoce.
Y es que la actitud de servicio no se improvisa. Se aprende a servir con gestos de servicio. Así lo hemos visto en nuestras casas y lo entendimos de igual forma en el seminario, donde un día fuimos recibidos los que escuchamos la llamada del Señor. Fue un tiempo sobre todo de “estar con él”, con Jesús (cf. Mc 3, 14), lo que significaba también convivir y aprender lo mucho que ignorábamos, con la confianza de que con el paso del tiempo todo contribuiría a imitar sus gestos y sus palabras en nuestro trato con la gente. Así, fuimos entendiendo que el servicio era la pedagogía del amor de Dios para entregar la vida en favor de los demás. Se nos educaba a estar en medio de la gente “como el que sirve” (Lc 22, 27) y no como el que espera ser servido.
Siempre nos han dicho que todo el que se dispone a servir ha de levantarse de su sitio y acercarse a quien lo necesita. Son dos movimientos guiados por la caridad: salir de sí, y ponerse en movimiento hacia al otro, acercarse, como hace el Señor, por ejemplo, en la escena del lavatorio de los pies. Su mensaje es claro: “pues si yo el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis” (Jn 13, 14-16).
El sacerdote, siguiendo el mandato del Señor, sirve a los demás ejerciendo su ministerio.
De este modo, hace camino con el pueblo de Dios, con el estilo sinodal que la Iglesia nos recuerda, en colaboración mutua, sintiéndonos todos los cristianos corresponsables de la evangelización.
Cómo no pedir, en este Día del Seminario, por nuestros seminaristas y por todos aquellos que el Señor quiera llamar a la vida sacerdotal, para que sean muchos los que descubran la alegría de imitarlo en este itinerario de plenitud. Solo él sabe hasta qué punto su Iglesia los necesita.
Gracias por vuestra entrega, “sacerdotes al servicio en una Iglesia en camino”.
Santos Montoya Torres
Obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño.