Se supone que este número de Pueblo de Dios llegará a sus lugares de destino habituales el fin de semana que celebramos uno de los encuentros diocesanos que entendemos que son especialmente significativos para nosotros.
Si el comienzo de curso en el Monasterio de Valvanera pretende aunarnos en torno a la Virgen a la que presentamos la andadura pastoral del año, esta manifestación de un pueblo que da gracias a la Vida no podía quedarse en una cita discreta de unos feligreses que proclaman de forma particular un hecho fundamental.
Con motivo de la solemnidad de la Anunciación, en la que recordamos el momento de la encarnación del Señor en María, la Virgen, por obra del Espíritu Santo, queremos dar gracias a Dios por este momento de la historia de la salvación que tuvo lugar en la plenitud de los tiempos según el plan divino, por el que Dios se introdujo en nuestra realidad concreta de un modo que escapa a nuestro entender.
Pues bien, además de recordarlo y celebrarlo litúrgicamente, queríamos mostrar externamente algunas de sus consecuencias, como por ejemplo que la vida quiere abrirse paso en nuestro mundo, a pesar de todas las dificultades que puedan encontrarse en él. Por esta razón, llevamos ya dos años juntándonos en el Espolón de Logroño, en torno a la Anunciación, para festejar en la plaza pública que la vida de la persona es especialmente digna. En este tercer encuentro queremos insistir en esta certeza que no podemos silenciar.
En el mensaje de los obispos de la Subcomisión de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española, del que nos haremos eco en nuestra Jornada de la Vida, se dice, entre otras cosas: “Pensamos que es crucial que la sociedad impulse políticas públicas que no solo protejan a las familias, sino que también favorezcan un entorno económico y social propicio para que los jóvenes puedan formar familias con estabilidad. Esto incluye asegurar empleos dignos y estables, un salario justo, una vivienda adecuada y ofrecer incentivos que disuadan de la emigración. Además, es fundamental promover una cultura que valore el amor conyugal como base para la vida y que fomente una corresponsabilidad entre todos los sectores, para que cada familia pueda contribuir al bienestar común y enfrentar la crisis demográfica”.
Nos preocupa, por tanto, el maltrato a la vida, tanto en el momento de la gestación, con un índice de abortos desgraciadamente al alza cada año, como el modo en el que se trata a las personas por su estado físico, mental, laboral, social, etc. En este sentido, además de nuestra cita del Espolón, hemos organizado las II Semanas Sociales Diocesanas, “Chavales de nadie”, del 24 al 26 de marzo, sobre la realidad de los jóvenes migrantes, como ya se anunció en el número anterior de Pueblo de Dios. Confiemos en que dé su fruto.
Unidos entonces al lema de la Jornada de la Vida de este año, “Abrazando la vida construimos esperanza”, os animamos a participar en la concentración del próximo 22 de marzo, en el Espolón, a las 12h, en la que queremos manifestar, en un ambiente festivo, a través de testimonios, cantos, oración, juegos para niños, música y gastronomía, que la vida en todas sus circunstancias se valora, que es un don sagrado que no nos pertenece radicalmente con el que hemos de colaborar para que alcance la plenitud para la que fue creada.