En la jornada de la Iglesia Diocesana, doy gracias a Dios Padre por los dones maravillosos de la vida, de la fe y del ministerio.
Dios ha realizado una gran historia de salvación en mi vida, y la Iglesia está presente desde el momento en que mi hermano y yo nacimos, nuestras vidas estaban en peligro por haber venido al mundo diez semanas antes lo normal, recibimos la gracia del bautismo en el momento del nacimiento y por con siguiente, la vida eterna.
En mi parroquia, y en concreto en mi comunidad Neocatecumenal fue donde descubrí el tesoro maravilloso del bautismo, no solo a nivel personal sino también comunitario, con asombro fui experimentando el Amor de Dios Padre, por medio de la liturgia viva de La Palabra y de la Eucaristía, con gran delicadeza la Iglesia me ha llevado a Cristo.
En este itinerario de fe he recibido el gran regalo de la Pascua, por medio de la celebración espléndida de la Vigilia Pascual, y la necesidad de vivirla.
También desde los primeros años de mi vida resonaba una voz en mi interior que me llamaba a algo extraordinario, ya comenzaba a cumplirse una palabra profética que un catequista (veterinario de casa) entregó a mi madre a los pocos días de que yo naciera.
El Señor ha puesto a muchos ángeles en mi camino que me han ayudado a descubrir mi vocación cristiana, sacerdotal y misionera.
Fui formado como presbítero en un seminario misionero internacional Redemptoris Mater, en Takamatsu, Japón. En los años de formación creció aún más en mí, la necesidad enorme de anunciar el Evangelio hasta los confines de la Tierra, viendo que la predicación nos lleva a Jesucristo, el único capaz de transformar al hombre y de hacerlo plenamente feliz.
Japón es tierra de misión (Lugar maravilloso), también España es tierra de misión, como lo es nuestra diócesis, por eso cada uno de nosotros, con los dones que ha recibido y con el bagaje de nuestras pobrezas y limitaciones llevamos el don de la Fe a tantas personas que la esperan.
Este año mi campo de trabajo pastoral se ha extendido por encargo de nuestro Obispo, y ante la dificultad de llegar a todos los pueblos, se ha creado un nuevo equipo de Misión con Las hermanas de la obra Misionera de Jesús y María, estas hermanas se hacen presentes en las parroquias de Santa Coloma y Hormilleja los domingos alternados, para celebrar la Palabra con distribución de la comunión en espera del Sacerdote, y así estas comunidades parroquiales puedan seguir reuniéndose el Día del Señor. A demás un seglar se desplaza hasta Castroviejo con la misma misión cada vez que es necesario.
Doy gracias a Dios por la disponibilidad generosa de estos hermanos por este servicio tan necesario en este momento y le pido que siga llamando obreros a su mies.
Como lo hizo con los discípulos de Emaús, necesito que Jesucristo me explique las Escrituras para que arda mi corazón, y fraccione para mí su Pan de vida eterna, esto se da en la Iglesia.
A Jesucristo que abrió para los hombres la fuente de la alegría, la gloria y el honor por los siglos.
Ignacio Pbro.