D. Santos Montoya, Nuestro Obispo, al comienzo de este curso pastoral 2023- 24, nos sugirió hacer parte de los equipos de Misión de la Diócesis, encargados de dirigir la Celebración de la Palabra en aquellos pueblos, donde al Párroco le resulta imposible celebrar la Eucaristía todos los domingos, debido a que cada año, que pasa todos los sacerdotes, tienen que hacerse cargo de más parroquias.
En nuestro caso, se trataba de colaborar con D. Ignacio Subero, párroco de Huércanos, Hormilla, Hormilleja, Santa Coloma y Castroviejo. Se habló en Comunidad y aceptamos la invitación, teniendo en cuenta que nuestra Congregación Obra Misionera de Jesús y María, fundada por la Beata Madre María Pilar Izquierdo Albero, cuyo carisma es “Reproducir la vida activa de
Jesús en la tierra, mediante la práctica de las obras de misericordia”, y teniendo como unos de los elementos o pilares “La entrega al Servicio del Reino de Dios en la Evangelización, con preferencia a los más pobres y necesitados” por ello aceptamos muy gustosamente este apostolado de ir a los pueblos de Hormilleja y Santa Coloma, para asistir, acompañar y guiar por
medio de la celebración de la Palabra y visita a los enfermos a las familias que allí residen.
En estos tres domingos que hemos participados con los feligreses en las celebraciones, nos hemos sentido las cuatro Hermanas muy contentas, y acogidas por ellos, e incluso nos parece que ha aumento el número de asistentes.
La cercanía de estas familias de los dos pueblos con nosotras las Misioneras, nos da empuje para ampliar el apostolado con ellos, en lo referente a visitas a sus casas, catequesis a los niños y adultos, visita a los enfermos. Todo esto es con el fin de acercarlos más a Dios y sobre todo que no se pierdan esas costumbres religiosas de los ejercicios de piedad, que antes se hacían
especialmente en los pueblos, pero que lamentablemente se han ido perdiendo por las excusas que siempre ponemos de la “falta de tiempo” y por este motivo, las nuevas generaciones crecen con esta ignorancia y un olvido del Dios en todos sus aspectos.
Las que estamos comprometidos y hemos aceptado incondicionalmente a Dios en nuestras vidas, tenemos la obligación de difundir su amor por medio de las Obras de Misericordia, legado sublime que nos dejó Jesucristo, y que practicó hasta su muerte en la tierra. Así entendemos nosotras nuestra entrega a Cristo.
Demos gracias a Dios por todo el amor que nos da, a cada instante y el regalo de la vida que cada día nos ofrece, nos sirva para poner al servicio de los demás.