Este domingo, día 6 de junio, celebramos la gran fiesta del Corpus Christi y el día de la Caridad. La presencia del Señor en la Eucaristía, en su cuerpo vivo y resucitado, nos ayuda a caminar en la vida con mayor confianza y “nos habla de una sed, de una aspiración, de un anhelo de plenitud, de vida lograda, de un querer tocar lo grande, lo que llena el corazón y eleva el espíritu hacia las cosas grandes: la verdad, la bondad y la belleza, la justicia y el amor…” (Fratelli tutti 55).
En este día de la Caridad, la Iglesia también nos recuerda que la Eucaristía sin caridad se convierte en culto vacío. No olvidemos que Jesús mismo nos ha dicho en una página solemne del Evangelio, que lo que hagamos o dejemos de hacer con los necesitados, a Él mismo se lo hacemos (Mt 25).
Acudamos todos a nuestras iglesias en esta fiesta del Corpus Christi, para celebrar que con Jesús siempre nace y renace la vida, y salgamos de la Eucaristía con un corazón más compasivo, con unos ojos más vivos y con los oídos atentos para escuchar el clamor de los pobres y el mandamiento del Señor: “¡Dadles vosotros de comer!” (Mc 6,37).