El Sr. Obispo D. Santos Montoya ha recibido a loa miembros de la Comisión Permanente de la HOAC, Germán Garvín, responsable de Formación y a Pilar Gallego, responsable de Difusión, junto a la Comisión Diocesana, con motivo de la visita que está realizando a la diócesis.
Estas visitas tienen como objetivo vivir y compartir la vida más próxima de las diócesis, nos sirven los y las militantes un revulsivo en nuestras vidas cristianas y militantes.
El encuentro con el Sr, Obispo, ha sido un encuentro muy cordial, en el que nos ha animado seguir trabajando en el mundo del trabajo y hacerlo todos juntos a través de la iniciativa de Iglesia por un Trabajo Decente. Agradecemos su actitud de escucha y su claridad en el dialogo.
La Hermandad Obrera de Acción Católica (HOAC), somos mujeres y hombres trabajadores que tenemos una experiencia y una aventura.
La experiencia de sentirnos amados por Jesucristo. La aventura de vivir esta experiencia construyendo la justicia que brota de ella, procurando que los empobrecidos del mundo obrero lleguen a ser los protagonistas de sus vidas.
Para este objetivo PRETENDEMOS
- Construirun proyecto de humanización que nos ayude a vivir en libertad: optando por la comunión frente al individualismo; por la solidaridad frente a la competencia y por el ser frente al tener.
- Compartirla vida con nuestros compañeros y compañeras de trabajo, con nuestros vecinos del barrio…, y plantearnos con ellos qué podemos hacer para que nuestro mundo sea más justo y más humano.
- Transmitirel tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio, clave para la reconstrucción de la persona y del mundo.
El cambio de nuestro mundo exige nuestra propia transformación personal. La formación, con el método acción-reflexión-acción, nos posibilita actuar con criterios humanizadores e ir forjando en nosotros actitudes liberadoras.
Nos exige el compromiso que, junto con otros, realizamos como aportación real a la toma de conciencia y a la transformación de las personas y del pequeño mundo en que vivimos.
Como fundamento de este proceso reconocemos la acción del Espíritu de Jesús que trabaja en nosotros y en todos. Para percibirlo así y responder adecuadamente, cuidamos la espiritualidad cristiana como dinamismo que posibilita la entrega, fortalece en la lucha y anima la esperanza de la vida comprometida.