En medio de las crecientes tensiones en el polvorín de Oriente Medio, en medio de las bombas y misiles que siguen cayendo sobre la «martirizada» Ucrania, en medio de los muchos pequeños y grandes conflictos que laceran y matan de hambre a los pueblos africanos, mientras, en definitiva, «los vientos de la guerra y los fuegos de la violencia siguen asolando pueblos y naciones enteras», el Papa llama a las «armas» -las de la Iglesia, del ayuno y la oración- a los millones de creyentes del mundo para implorar a Dios el don de la paz en un mundo hoy al borde del abismo. El Pontífice lo hizo al final de la misa solemne en la plaza de San Pedro con motivo de la apertura de la segunda sesión de la Asamblea General, anunciando una Jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo el 7 de octubre, primer aniversario de la masacre perpetrada por Hamás en Israel, que hizo estallar la brutalidad de la que se es testigo en Tierra Santa desde hace un año.
Pido a todos que vivan una jornada de oración y ayuno por la paz en el mundo.
La súplica a la Virgen en Santa María la Mayor
Poco antes, el Papa, también al final de su homilía, anunció una nueva visita a la Basílica de Santa Maria Maggiore para elevar una súplica por la paz a la Virgen. Una cita espiritual en la que pidió la participación de todos los miembros del Sínodo.
Para invocar de la intercesión de la Bienaventurada Virgen María el don de la paz, el próximo domingo iré a la Basílica de Santa María la Mayor donde rezaré el Santo Rosario y dirigiré una sentida súplica a la Virgen María.
La vigilia por la «amada Siria» en 2013
Las jornadas de ayuno y oración por las tierras desgarradas por la violencia son una constante en el pontificado de Jorge Mario Bergoglio. Ni siquiera seis meses después de su elección al trono de Pedro, el 7 de septiembre de 2013, el Papa argentino había reunido a miles de personas, católicos y no católicos, en la Plaza de San Pedro para rezar, con antorchas, velas, banderas, para pedir por la paz «en la amada nación de Siria, en Oriente Medio, ¡en el mundo entero!» Siria se enfrentaba entonces a la posibilidad de una guerra feroz, ya radicalizada desde hacía más de un año y exacerbada tras el ataque a civiles con gas neurotóxico. El conflicto, afortunadamente, no llegó a estallar. Desde la Plaza, el corazón de la cristiandad, se había elevado el día anterior un grito silencioso.
Hemos perfeccionado nuestras armas, nuestra conciencia se ha adormecido, hemos hecho más sutiles nuestras razones para justificarnos. La violencia, la guerra sólo traen muerte, ¡hablan de muerte! La guerra es siempre una derrota para la humanidad.
Juntos por la RD del Congo y Sudán del Sur
También en 2017, el Papa, con igual vigor y preocupación, había pedido a los cristianos una acción inmediata, en forma de oración y ayuno, por Sudán del Sur y la República Democrática del Congo. Las dos naciones africanas, que el propio Pontífice visitó en enero y febrero de 2023, estaban y siguen estando azotadas por el hambre, la explotación, la emigración y la violencia. En la basílica vaticana se celebró una gran vigilia, acompañada de marchas y manifestaciones. Era el primer viernes de Cuaresma y el Papa y la Curia habían terminado los Ejercicios Espirituales. Ese día, Francisco había invitado también a los cristianos de otras Iglesias y a los seguidores de otras religiones a unirse al evento, «del modo que consideren más oportuno, pero todos juntos».
La Iglesia se unió por el Líbano, un país con un «mensaje… atormentado».
La misma fórmula se utilizó para invitar a hermanos y hermanas de otras confesiones a la gran jornada por el Líbano, convocada para el 4 de septiembre de 2020, cuando el mundo luchaba por recuperarse de la devastadora primera oleada de la pandemia del Covid-19 y, exactamente un mes antes, había asistido atónito a la explosión en el puerto de Beirut. Unas consecuencias devastadoras que sigue soportando el país de los cedros, ya lastrado por una crisis política, social y económica, y ahora atacado por las incursiones israelíes, por lo que el Papa lo calificó el domingo pasado de «mensaje … atormentado». Francisco había anunciado la Jornada Universal por el Líbano dos días antes, en la audiencia general del 2 de septiembre. Con un sacerdote con una bandera libanesa a su lado, el Papa hizo un llamamiento a políticos y líderes religiosos:
Comprometerse con sinceridad y transparencia en el trabajo de reconstrucción, dejando de lado los intereses partidistas y mirando al bien común y al futuro de la nación.
Rezar por Afganistán
También en 2021, en aquel verano dramático para Afganistán, abrumado por el violento regreso al poder de los talibanes, por los atentados y la huida desesperada de cientos de personas, Francisco desde el Palacio Apostólico para el Ángelus -pero también desde la más amplia ventana virtual de su cuenta de Twitter @Pontifex- volvió a pedir a los fieles del mundo que se reunieran en oración y se abstuvieran de comer.
Hago un llamamiento a todos para que intensifiquen la oración y practiquen el ayuno. Oración y ayuno, oración y penitencia, ahora es el momento de hacerlo. Lo digo en serio, intensifiquen la oración y practiquen el ayuno, pidiendo al Señor misericordia y perdón.
El drama de Ucrania
Queda grabada en la memoria colectiva la jornada del 2 de marzo de 2022, Miércoles de Ceniza, cuando el Papa pidió a la Iglesia universal que intensificara el ayuno y la oración dirigida sobre todo a la Virgen María, Reina de la Paz, para que «preserve al mundo de la locura de la guerra». Palabras dramáticamente realistas cuando aún no había transcurrido ni una semana desde el primer ataque ruso contra Kyiv, que inició el horror -que dura ya cerca de dos años- en Ucrania.
Ruego a todas las partes implicadas -dijo el Pontífice- que se abstengan de cualquier acción que cause aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilice la convivencia entre las naciones y desacredite el derecho internacional.
Esa fue la primera de las miles de súplicas elevadas al cielo en estos años de guerra en el país «mártir», encomendado junto con Rusia al Inmaculado Corazón de María en una celebración en San Pedro el 25 de marzo de ese mismo año, a la que asistieron miles de fieles presentes en la Basílica o conectados virtualmente desde todo el mundo.
La vigilia en San Pedro en la «hora oscura» para la tierra de Jesús
Por último, una jornada para «detenerse» e invocar el don de la paz a través de la oración y la abstención de alimentos, convocó el Papa para el 27 de octubre de 2023, veinte días después de que estallara el horror en Tierra Santa y en los días de clausura de la primera sesión del Sínodo. En aquella ocasión, el Papa quiso organizar una vigilia en la Basílica, llamada «Pacem in Terris», a la que asistieron los miembros de la asamblea sinodal, pero también exponentes de otras confesiones cristianas y de otros credos. Esa noche, el Papa, en una ceremonia íntima y participativa, se puso a los pies de la «Madre», en lo que llamó «una hora oscura» para el mundo.
Ahora, Madre, toma una vez más la iniciativa, tómala en favor nuestro, en estos tiempos azotados por los conflictos y devastados por las armas. Vuelve tus ojos misericordiosos a la familia humana que ha extraviado el camino de la paz, que ha preferido Caín a Abel y que, perdiendo el sentido de la fraternidad, no recupera el calor del hogar. Intercede por nuestro mundo en peligro y en confusión. Enséñanos a acoger y a cuidar la vida —¡toda vida humana!— y a repudiar la locura de la guerra, que siembra muerte y elimina el futuro.