El Prior del Monasterio de Valvanera, el Padre Tristán Gelonch, se despide después de tres años de La Virgen, La Rioja y los riojanos en una carta abierta:
El amor verdadero, el cariño enraizado, produce en el corazón sentimientos encontrados, paradójicos, como el dolor gozoso, la alegría de estar triste o el agradecido sufrimiento. Y esto es así, al menos, así lo experimento yo al escribiros estas letras de despedida, cargadas de gratitud y de dolor, por haberme permitido entrar en el Amor de La Rioja, por haberme enseñado a ser hijo de vuestra Madre, por haberme dejado vivir en vuestro Corazón, que es la Virgen de Valvanera.
Tres escasos años he estado al frente del Monasterio de Valvanera, como prior de la comunidad monástica y del Santuario, pero han sido suficientes para recibir innumerables regalos de esta Virgen Serrana y para reconocer el amor, la devoción y la fe que le tienen los riojanos a su Patrona. Impregnarme de ese amor verdadero y duradero, transmitido de generación en generación, amor valvaneriano hecho identidad de este pueblo riojano, es lo que me hace ahora tan difícil la partida, porque me parece que debo despedirme de una Virgen única, milenaria, y de todo un pueblo, riojano a riojano, un pueblo formado de miles de rostros que vi sonreír, llorar, o emocionarse al bajar del camarín o por solo escuchar el nombre de Valvanera.
A fuerza de ser testigo de la devoción a la Virgen de Valvanera que tienen los riojanos, uno aprendió a quererla, y cuando dos personas empiezan a amar a la misma Madre, comienzan a reconocerse hermanos, amigos, compañeros en el amor. Y así fue como uno se hizo romero con los romeros, y jotero mudo con los joteros, y en el fondo, se hizo parte de la historia, cultura e identidad de un pueblo que viene a Valvanera como a su casa, a la casa de su Madre. Así lo experimenté y así os lo quiero agradecer,…, gracias por haberme compartido el tesoro más dulce que tenéis, el Amor a la Virgen de Valvanera… ahora, “nuestra” Madre de Valvanera.
Duele mucho tener que dejar La Rioja, ausentarme de la mirada materna de la Serranilla Graciosa, pero así lo dispone Dios, debo marchar a Roma a seguir estudiando para gloria de Dios, bien de la Iglesia y salvación de más almas. Pero es un dolor fresco como la fuente santa y dulce como la miel, porque es un dolor por amor… Es un dolor lleno de esperanza, de que mi sacrificio de hoy será fructífero para este Monasterio que siempre está luchando por subsistir, encarnando la humildad y laboriosidad del pueblo riojano, que históricamente fue su gran benefactor. Confío en que el pueblo en masa volverá como antaño a unirse al grito de “La Rioja por Valvanera”.
Como hermanos que os siento, como hijos de la misma Madre de Valvanera, con la confianza que me habéis brindado, ahora que debo dejar esta casa, os hago un encargo desde el corazón: no os alejéis de vuestra Madre, nunca olvidéis al Sol de La Rioja. La Virgen siempre os espera, Ella es el Corazón de vuestro pueblo, Ella es la fuente de alegría, paz y amor que necesita La Rioja… creyentes y no creyentes, niños, jóvenes y mayores, hombres y mujeres, todos, absolutamente todos los que vivís en esta bendita región estáis bajo la mirada materna siempre atenta de la Virgen de Valvanera… y creedme, siempre os espera con un único propósito: haceros verdaderamente felices.
Gracias Virgen de Valvanera por tantos dones, gracias riojanos por haberme permitido ser riojano, amar vuestros amores… Solo me queda repetir lo que los romeros dicen con dolor y gozo:
Señora nos despedimos y os dejamos una prenda, con vos el corazón queda, a ver si otra vez subimos,
vuestra bendición pedimos, adiós hasta la primera, amparad a quien os llama María de Valvanera
Muchas gracias Padre Tristán.
Verdaderamente se ha hecho notar su paso por Valvanera. Agradezco, de corazón, el ejemplo que nos ha dado de entrega, entusiasmo y alegría. Nos ha ayudado a reencontrarnos con nueva pasión con nuestra Madre La Virgencita de Valvanera.
En esta tierra siempre será bienvenido.
Gracias por cuidar de nuestro monasterio.