HEMOS SIDO ADMINISTRADORES NEGLIGENTES.
(Nota sobre los recientes incendios forestales en España)
Jesús en el Evangelio elogia a los buenos administradores, al tiempo que avisa a los que son negligentes en su tarea de vigilancia sobre los bienes que su amo ha puesto en sus manos (así: parábola de los talentos en Mt 25,14-30; criado que da de comer a su tiempo a los demás criados Mt 24, 45-51).
Nuestros bosques, ardiendo en Málaga, Cataluña, Zaragoza, Navarra, Zamora… y otros signos preocupantes (los pantanos bajo mínimos, las cosechas seriamente dañadas y disminuidas, p.ej.) nos indican que hemos sido administradores negligentes. No somos dueños del mundo, sino administradores de la fabulosa obra de Dios Padre. En Gn 1, 27-31 Dios da poder al ser humano sobre todo los seres; pero no para un abuso que lleve a su extinción. Es lo que expresa el relato de Noé: el cuidado de la Creación ante la amenaza inminente de una desaparición total (Gn 7).
Cada año, en verano, llegan los momentos durísimos de ver incendios terribles que arrasan nuestros bosques. Asistimos entonces a unos rituales conocidos: hay quien enumera los recursos puestos a disposición para apagar esos fuegos; hay quien dictamina que los fuegos se apagan en invierno, con una adecuada gestión de los bosques, en actitud preventiva.
Hay factores que inciden en la creciente fragilidad de nuestro medio ambiente, como es la crisis climática cada vez más evidente, en la que el factor humano es determinante. Y, sin duda, un factor que influye gravemente es el abandono del mundo rural. En unos pueblos con una población menguante, vemos que se abandonan tierras, que dejan de cultivarse y de gestionarse adecuadamente; hay más terrenos abandonados, donde la vegetación crece descontroladamente. Al mismo tiempo, se transforman terrenos de secano en otros de regadío, con una sobreexplotación de los recursos acuíferos.
Todos estos factores se pueden resumir en la afirmación de que hemos sido administradores negligentes del medio rural, lo seguimos siendo; y parece que las intenciones son seguir siéndolo.
ES necesaria una conversión radical de las políticas hacia el mundo rural. Buscando el asentamiento de nuevos pobladores, fomentando el teletrabajo, la transformación industrial de los productos agropecuarios, asumiendo una discriminación positiva que favorezca los territorios ahora cada vez más vaciados y privados de servicios básicos (sanidad, educación, comunicaciones).
Estimamos que las opciones básicas de la políticas agraria y ambiental europeas imponen un cuidado del mundo rural, la preservación de los pueblos y unas políticas que cuiden la gestión de los territorios y sus recursos naturales. Unas políticas que muchos opinan que habría que revisar.
Las formas tradicionales de producción, incluyendo la ganadería extensiva frente a la bomba ecológica de las macrogranjas, tienen que ser, forzosamente, elementos que ayuden a cambiar la negligente administración que estamos viviendo.
Desde el Movimiento Rural Cristiano y el Movimiento de Jóvenes Rurales Cristianos hacemos una llamada a todos para entender que los recursos naturales son un gran tesoro a cuidar; que estos recursos se han de explotar justa y adecuadamente, abandonando los mitos del crecimiento indefinido y del consumismo imparable, que suponen una sobreexplotación y depredación de recursos, con un daño creciente al medio ambiente, aumentando la crisis climática.
Asimismo, insistimos en que se han de cuidar los pueblos y sus ritmos vitales, se ha de hacer atractiva la vida en un medio que es esencial (cada verano lo recordamos con el rojo resplandor de los bosques y tierras de cultivo que arden). El mundo rural ha sido abandonado y vaciado durante décadas. Y ese fuego atroz, esa angustia de las plazas vacías no se apagan en verano, con la llegada de las brigadas antiincendios; se apaga el resto del año con unas políticas adecuadas de desarrollo y de gestión positiva del territorio.
MOVIMIENTO RURAL CRISTIANO.
MOVIMIENTO DE JÓVENES RURALES CRISTIANOS.