Esta mañana se ha inaugurado en la Concatedral de la Redonda la exposición “El legado de San Prudencio”, que podrá visitarse hasta el próximo 25 de mayo, en la capilla de las reliquias.
El párroco de la Concatedral, Víctor Jiménez ha destacado que esta exposición es un acontecimiento histórico y religioso, ya que es la primera vez, que tras la desamortización del monasterio se unen en una exposición todos los objetos devocionales de los que hay constancia en La Rioja.
El horario de visitas es de lunes a sábado 10 a 13 horas y 17 a 20 horas. Se anunciarán próximamente visitas guiadas a la muestra.
Por primera vez, desde que el Monasterio de san Prudencio fuera expoliado y abandonado, se van a exponer gran parte de su patrimonio devocional diseminado en diferentes templos de La Rioja, que han conservado celosamente los valiosos bustos relicarios de San Prudencio (Plata policromada, s. XV. Concatedral de la Redonda), San Sancho de Funes (Madera policromada. Concatedral de La Redonda) y San Félix (Madera policromada. Ventas Blancas), las esculturas de la Virgen de la Antigua (Iglesia de Clavijo), la Virgen de Rute (Iglesia de Ventas Blancas), la mitra y guantes del último Abad (Iglesia de Lagunilla), así como dos cuadros con la leyenda de San Félix (Iglesia de Hornillos).
- BREVE RESEÑA DEL MONASTERIO DE SAN PRUDENCIO.
El monasterio tiene su origen en el hecho que nos narra la tradición del final de la vida de Prudencio, obispo de Tarazona, que fallece durante una visita pastoral en Burgo de Osma fuera de su diócesis, y se disputa enterrar su venerado cuerpo entre el lugar de su muerte o en su sede episcopal de Tarazona. Se decide dirimir la controversia cargando su cadáver a lomos de una mula y esperando que el agotamiento del animal indicara el lugar que la providencia divina reservaba para su entierro. La mula caminó largamente hasta que paró agotada en la falda sur del Monte Laturce, junto a unas cuevas naturales existentes en ese lugar donde decidieron enterrarlo.
Debido a su fama de santidad, por sus numerosos milagros, el lugar donde yacían sus reliquias empezó a ser venerado y custodiado por los monjes que acompañaban a la mula y por eremitas residentes en las próximas cuevas de Leza, que terminaron fundando una iglesia dedicada a San Vicente mártir.
Es comúnmente aceptado que este San Prudencio nació en Armentia en el año 550 (586 según Fray Matheo de Anguiano) y murió en Burgo de Osma en fecha imprecisa de principios del siglo VII.
La construcción de la iglesia de San Vicente, que dio origen al monasterio de San Prudencio, hay que datarla a mediados o finales del siglo VII, con posible factura visigótica en su construcción primitiva, aunque los restos más antiguos que se conservan, a expensas de posibles estudios arqueológicos futuros, corresponden a una iglesia posterior construida en el siglo XII.
La primera mención documental de su existencia como Convento es un documento del año 950.
El Monasterio fue ganando importancia, seguridad y prestigio tras la conquista definitiva de la zona a los musulmanes. En 1058 los Señores de Cameros lo acogen bajo su protección estableciéndolo como su panteón familiar y dotándole de numerosas donaciones y ayudas para su mantenimiento y construcción. En 1203 el Monasterio es donado a la Orden del Cister y empieza una etapa de esplendor del Monasterio que aumenta extraordinariamente sus posesiones e influencias con la ampliación de sus instalaciones y el incremento del número de monjes.
Tras el siglo XVII la importancia del Monasterio fue decayendo en posesiones e influencia. A principios del XIX, entre 1809 y 1814, tuvo que ser abandonado debido a la guerra de Independencia, constatándose que cuando los monjes regresaron todos los elementos de valor habían sido expoliados salvo la “Santa Cueva” que, por miedo o respeto, la encontraron intacta. La desamortización de Mendizábal hizo que el Monasterio se abandonase definitivamente, siendo expoliado gran parte de su rico patrimonio.
Algunas de sus esculturas, retablos, reliquias, ornamentos y objetos devocionales, se conservaron en el Palacio Abacial de Lagunilla, o en distintos prioratos o iglesias de su jurisdicción monástica (Ribafrecha, Ventas Blancas, Hornillos, etc.).
- PIEZAS DE LA EXPOSICIÓN
En esta exposición se presenta en primicia la escultura más antigua que se conserva de San Prudencio, que hasta la fecha se había conservado en una casa familiar, y que de forma consensuada la familia ha cedido a la Concatedral de La Redonda para su custodia y veneración.
No disponemos de la descripción y datación de esta escultura en ningún inventario del Monasterio, pero tras consultar a expertos en patrimonio artístico e historiadores del legado del San Prudencio, manejamos la hipótesis de que su último lugar de veneración podría ser el de la Casa Priorato de Ribafrecha donde los monjes allí residentes la custodiaron en su capilla privada, hasta que dicha casa pasó a ser propiedad de un particular.
Cuando esta casa se derribó por su estado de ruina, la talla de San Prudencio se trasladó a una casa familiar de Murillo del Río Leza, en la que fue depositada y protegida hasta la fecha de cesión a la Concatedral de La Redonda, en el mes de abril de 2024.
Además de esta talla singular e histórica, dicha familia nos ha cedido un libro del siglo XVIII, del monje del monasterio de San Prudencio, Gaspar Coronel, con una valiosa recopilación de documentación relativa a la gestión de las propiedades de dicho Monasterio, especialmente en la jurisdicción de Lagunilla.