El departamento de la Pastoral del Trabajo, dentro de la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social, hace pública una nota tras la celebración las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo, que han tenido lugar en Ávila el 23 y 24 de noviembre. Este encuentro ha estado marcado por la celebración del 30º aniversario de la publicación del documento «La pastoral obrera de toda la Iglesia».
La Pastoral del Trabajo renueva su compromiso de ser signo tangible de esperanza para los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo
“El gran tema es el trabajo. A los 30 años de la aprobación del documento La Pastoral Obrera de toda la Iglesia” es el lema de las XXX Jornadas Generales de Pastoral del Trabajo que se han celebrado los días 23 y 24 de noviembre en el Centro Internacional Teresiano Sanjuanista (CITeS) de Ávila, reuniendo a 200 personas procedentes de 38 diócesis.
Estas jornadas han sido presididas por Don Abilio Martínez Varea, Obispo de Osma-Soria y responsable de la Pastoral del Trabajo de la Conferencia Episcopal Española, en su saludo inicial, tras valorar el camino realizado por la pastoral obrera hasta hoy, ha insistido en cómo ante la precariedad, la siniestralidad, la tecnificación, las migraciones se hace urgente humanizar el trabajo. Don Jesús Rico García, Obispo de Ávila, ha tenido palabras de bienvenida y felicitación a los participantes, destacando la importancia del documento y su aplicación en la pastoral general.
También se ha podido escuchar a Unai Sordo, Secretario General de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras, que ha agradecido el papel de la Iglesia en la defensa del trabajo decente. Saludos y buenos deseos que han llegado también de diferentes organizaciones obreras, sociales y eclesiales.
Estas Jornadas han estado marcadas por su carácter celebrativo, de acción de gracias por el camino recorrido y por referentes como D. Antonio Algora Hernando, Obispo Responsable del Departamento de Pastoral Obrera (1990-2020). El encuentro ha sido un espacio de diálogo y reflexión compartida, a la escucha de “los signos de los tiempos”, ante un cambio de época con la mirada puesta en las víctimas de este sistema economicista y tecnocrático. Nos encontramos ante un retroceso en el reconocimiento de los derechos laborales logrados históricamente, negando la dignidad del trabajo. Muchas personas son invisibilizadas, descartadas. Se han instalado la desigualdad y la indiferencia que rompen la fraternidad e impiden el diálogo social.
Para ello se ha contado con la presencia de la Hna. Alessandra Smerilli, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, que ha hablado de “La pastoral del trabajo en la pastoral general de la Iglesia”; la Dra. Emilce Cuda, teóloga y Secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina, que ha ayudado a profundizar en “El trabajo en el pontificado de Francisco”; y Fernando C. Díaz Abajo, sacerdote y director de esta Pastoral en el periodo 2009-2015, que en un tercer momento ha ahondado en “La pastoral del trabajo, Iglesia en salida”.
Hoy el trabajo sigue siendo una necesidad, parte del sentido de la vida, clave de la cuestión antropológica y social[1]. Como Pastoral del Trabajo reafirmamos la necesidad de esa mirada encarnada, samaritana, comprometida con el mundo obrero y del trabajo, contribuyendo a que el trabajo sea una manera de cuidarnos construyendo fraternidad. Porque como insiste el Papa Francisco: “El trabajo es cuidado, el cuidado es trabajo”[2]. ¿Qué nuevos caminos son necesarios emprender hoy? Se trata de favorecer sinergias, desde lo local a lo global, a nivel social y pastoral. Las experiencias de iniciativas como Iglesia por el Trabajo Decente, la visibilización de la siniestralidad laboral y el acompañamiento a las víctimas, las relaciones con las organizaciones obreras, la confluencia en el desarrollo de una pastoral de conjunto son elementos que ayudan a establecer puentes y favorecen una dinámica sinodal que prioriza la justicia social y genera propuestas humanizadoras. Dinámicas y procesos en las que hay que seguir avanzando desde la creatividad y en la confianza que Dios camina con su pueblo.
A lo largo del encuentro y, de modo especial, en los momentos de oración compartida y en la celebración de la Eucaristía se ha tenido un recuerdo para las víctimas de la siniestralidad laboral, la precariedad, la violencia machista, los conflictos bélicos y quienes viven las consecuencias de la DANA. La colecta de este día se ha destinado a la solidaridad con las víctimas de las inundaciones sufridas en diversos lugares de España.
Dentro de las Jornadas se ha presentado la exposición itinerante “Rostros y Retos del mundo del trabajo”. Imágenes y palabras de la Doctrina Social de la Iglesia, que recogen situaciones de vida que, como Iglesia, son llamada permanente a hacer presente la propuesta liberadora del Evangelio en el mundo del trabajo.
Destacamos como conclusiones de estas Jornadas:
- La celebración de estos 30 años nos ha permitido constatar el amplio trabajo realizado desde los movimientos apostólicos y las parroquias en la vida de las diferentes diócesis.
- Desde los diálogos y la reflexión mantenida en el encuentro, por parte de las participantes vinculadas a la Curia Romana, hemos visto reconocida esta experiencia de ser Iglesia hoy en salida hacia las periferias del mundo del trabajo.
- A lo largo de todo el encuentro ha estado muy presente una mirada preocupada sobre la vulneración sistémica de la persona, el no reconocimiento de los derechos y realidades como el desempleo, la siniestralidad laboral, la precariedad, las dificultades que viven las personas migrantes, la denostación de los trabajos de cuidados…
- Constatamos que siguen siendo un reto permanente la defensa de la centralidad de la persona humana. Una tarea en la que nos vemos tendiendo puentes con otras organizaciones sociales, obreras y eclesiales.
- Estas jornadas suponen un nuevo impulso para un ejercicio renovador del mensaje de la Iglesia con respecto al trabajo. En ese sentido, la transversalidad del trabajo es un elemento que une a diversas pastorales y nos sentimos especialmente llamados a colaborar en esta misión.
La próxima celebración del Jubileo “Peregrinos de la Esperanza” refuerza como Iglesia el compromiso de ser signos tangibles de esperanza para los hombres y mujeres del mundo obrero y del trabajo, desde la promoción de la dignidad de toda persona y el respeto de la creación[3]. Recorramos juntos, juntas, senderos de justicia, en los que sembrar el Evangelio en la vida, mostrando el rostro sufriente de Cristo desde la cercanía encarnada que nos sigue preguntando: «¿Dónde está tu hermano?»[4]. ¡No nos dejemos robar la esperanza! (E.G. nº86).
Ávila, 24 de noviembre de 2024