Manos Unidas, coincidiendo con su 65 aniversario, lanza su nueva campaña “El efecto ser humano” para trasmitir a la sociedad española la urgente necesidad de terminar con la injusticia climática que están sufriendo los pueblos más vulnerables. La Delegada de Logroño de esta ONGD de la Iglesia Católica, Bárbara Torres Otero, ha explicado que “el maltrato a la Casa Común afecta en unos lugares más que en otros, lo que genera una desigualdad clara con efectos negativos especialmente para las poblaciones más vulnerables, que ven mermados sus derechos básicos, cuando poco o nada han contribuido a ese deterioro”.
“Maltratamos sin piedad y enorme ingratitud a la tierra que nos da la vida y ¡no hay planeta B! Advierte que los países del norte con nuestros estilos de producción y consumo estamos generando una deuda ecológica con los países del sur que se agrava y descarta cada vez a más personas. El 10% de la población más rica del planeta consume alrededor del 39% de la energía producida en el mundo, mientras que el 10% más pobre consume únicamente el 2% de la energía total. La mitad más pobre de la humanidad contamina poco porque hay todavía cerca de 733 millones de personas sin acceso a la electricidad. Entre 2010 y 2020, la mortalidad humana por inundaciones, sequías y tormentas fue 15 veces mayor en las regiones altamente vulnerables, dónde además sufren el hambre, los conflictos bélicos, las migraciones climáticas e incluso la muerte. Es un terrible fracaso para la humanidad pensar, por ejemplo, que por pagar un servicio de recogida de basuras podemos seguir contaminando el planeta porque, aunque nosotros podamos, el mundo no puede contar con tanta basura. Necesitamos consumir y contaminar menos para que todos tengamos lo necesario para vivir con dignidad, sin poner en riesgo la vida de millones de personas. Al igual que somos causantes del mal, también tenemos el poder y la capacidad de revertir el daño causado”.
Testigos sobre el terreno
Ivanildo de Sousa Quaresma, misionero javeriano y colaborador de Manos Unidas, ha explicado desde su experiencia en la Amazonía junto con las comunidades indígenas cómo “la desigualdad climática les afecta directamente en los derechos más básicos. El derecho a la alimentación, condicionada por el deterioro y escasez en la producción agrícola. El derecho al agua, por la contaminación de ríos. El derecho a un hogar, por la usurpación de tierras”. Pero también reconoce –desde el agradecimiento y la esperanza- que “con la ayuda de Manos Unidas han podido poner en marcha proyectos de desarrollo humano integral, como la creación de un centro indígena dónde se promueve la cultura del cuidado; se valora la diversidad e identidad indigenista; se fomentan los derechos humanos; se refuerza la responsabilidad colectiva. Se impulsa la reparación ambiental, plantando árboles. Se desarrolla la educación de la infancia y juventud o se promocionan los derechos de las mujeres indígenas, avanzando en equidad y respeto”.
Al final, una llamada al compromiso valiente y decidido para caminar hacia «un plantea sostenible, sin pobreza, hambre ni desigualdad» una tarea de todos. No en vano, somos la única especie capaz de cambiar el planeta, para bien o para mal. Y ese es “el efecto ser humano”. ¡Súmate al cambio!