En estos días en los que celebramos la Solemnidad de Todos los Santos y oramos piadosamente por nuestros fieles difuntos, no está de más recordar la Instrucción Pastoral sobre la sepultura de los difuntos y la conservación de las cenizas en caso de cremación, que el 15 de agosto de 1916 hacía pública La Congregación para la Doctrina de la Fe. De ella entresacamos las afirmaciones siguientes:
1. “Para resucitar con Cristo, es necesario morir con Cristo.”
2. “La resurrección de Jesús es la verdad culminante de la fe cristiana.”. (…). Gracias a Cristo, la muerte cristiana tiene un sentido positivo (…). La resurrección de los muertos es esperanza de los cristianos.”.
3. “Siguiendo la antiquísima tradición cristiana, la Iglesia recomienda insistentemente que los cuerpos de los difuntos sean sepultados en los cementerios u otros lugares sagrados.”. Esto “favorece el recuerdo y la oración por los difuntos por parte de los familiares y de toda la comunidad cristiana, la veneración de los mártires y santos y la comunión entre los vivos y los muertos”, frente a “la tendencia a privatizar el evento de la muerte y el significado que tiene para los cristianos.”
4. “Cuando razones higiénicas, económicas o sociales lleven a optar por la cremación…, la iglesia no ve razones doctrinales para evitar esta práctica… En ausencia de razones contrarias a la doctrina cristiana, la Iglesia, después de la celebración de las exequias, acompaña la cremación con especiales indicaciones litúrgicas y pastorales…”
5. “Si se opta por la cremación del cadáver, las cenizas deben mantenerse en un lugar sagrado1. Desde el principio, los cristianos han deseado que sus difuntos fueran objeto de oraciones y recuerdo de la comunidad cristiana.
6. “Solo en caso de graves y excepcionales circunstancias, el Ordinario puede conceder el permiso para conservar las cenizas en el hogar.”.
7. Para evitar cualquier malentendido…, no sea permitida la dispersión de las cenizas en el aire, en la tierra o en el agua…, o la conversión de las cenizas en piezas de joyería o en otros artículos…”
Es esperanzador ver cómo la iglesia, como verdadera madre, vela en la vida y en la muerte por el bien y la dignidad de todos sus hijos. Bendito sea el nombre del Señor.
ESTE 1 DE NOVIEMBRE:
11H. MISA EN EL CEMENTERIO DE LOGROÑO PRESIDIDA POR NUESTRO OBISPO DON SANTOS