En la tarde de ayer jueves, Madre Covadonga Santos, perteneciente a la Congregación de Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, que se encuentra en la Concatedral de la Redonda, fue la pregonera de la Semana Santa de este año 2024 en Logroño.
Aquí puedes leer su pregón completo:
Buenas tardes: Permítanme saludarles al estilo de S. Juan en su primera carta:
Os saludo a vosotros niños Cofrades, que sois el don más preciado de la Iglesia.
Os saludo a vosotros, ancianos cofrades, enfermos cofrades que llenos de recuerdos seguís transmitiendo el testigo de fe recibido.
Os saludo a vosotros, jóvenes, que desafiáis a vuestro tiempo, manifestando sin temor vuestra Fe.
Os saludo y os agradezco, a vosotras y vosotros, esposos o parejas de cofrades, que sufrís este tiempo las consecuencias del estrés de la Semana Grande.
Os saludo Hermanas y Hermanos de la Vida Consagrada que desde tantos campos sois no sólo el corazón, sino el pulmón de la Iglesia.
Os saludo a vosotros, encargados del orden público y la limpieza en nuestras calles, procesión temprana del silencio que llenan de civismo una sociedad que cada vez piensa menos en el otro.
Os saludo a vosotros autoridades civiles que facilitáis cada año que nuestras gentes recuerden, la más bella historia de amor.
Os saludo a vosotros autoridades eclesiásticas, que experimentáis estos días, la fe que brotó en las calles y que en ellas permanece.
Os saludo a todos los que hoy me acompañáis con cariño, esperando: ¡que puede decir esta monja!
Os saludo por fin a vosotros queridos Cofrades: Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén, de la Flagelación de Jesús, de la Santa Cruz, del Nazareno y Ntra. Sra. De los Dolores, de María Magdalena, de las Siete Palabras y el Silencio, del Santo Cristo de las Ánimas, del Descendimiento, de la Piedad, del Santo Sepulcro, de la Soledad y a la Hermandad de Cofrades, que hacéis posible con gran esfuerzo de vuestra parte, me consta, esta maravilla de Fe, Belleza, Cultura, Tradición y Emoción.
No estoy hoy aquí por erudita, pues no lo soy, tampoco como influencer, no tengo ni wasap, vengo con lo único de que puedo presumir, como la esposa del personaje principal de estos días. Y ¿quién conoce mejor a un hombre después de su Madre, que su esposa? Aunque, sinceramente, tampoco puedo presumir mucho de esto, pero sí puedo parapetarme, tras esa larga lista de Consagrados y Consagradas de la historia de España, de la historia de la Rioja, que han sido y son testimonio de una procesión continua de amor. ¡Cuánto deben nuestras procesiones actuales, a la locura de la Santa española!, empeñada en gritar que a Dios se llega por la humanidad de Cristo y que cargaba abrazada en su carreta, por los polvorientos caminos de España, una estatuilla del Ecce Homo al que le debía su conversión, hablo de la gran Teresa de Ávila. En nombre de todas mis hermanas y hermanos y sabedora de que la cultura de Europa, comenzó en los monasterios, aquí, estoy. De hecho cuando me dijeron de ser pregonera este año, y ante mi sorpresa, una de las razones era, que nunca una “monja”, como se nos denomina en el lenguaje popular, había hecho el pregón.
Y aquí tenéis a una “monja” hija de Cofrade, entre los recuerdos infantiles que me quedan, pues mi padre muere de cáncer cuando yo tenía 6 años, es el llevarle su traje morado de cofrade como regalo a su mejor amigo, traje al que yo me aferraba con pasión, porque no lo quería soltar. y al contrario de lo que se presupone, que nuestra vocación surge en un entorno familiar religioso, en mi caso y en mi casa recibí, únicamente LA FE DEL COFRADE, que hoy vengo a defender. Una fe, para algunos poco litúrgica, pero que está amasada en tres claves: familia, trabajo y lo que todo cofrade pronuncia con unción, sin entender a veces de que se trata: DEVOCIÓN. ¿Cuántas veces habéis oído queridos cofrades, estas dos frases: “sólo vienen a lucirse”, o… ¡si luego en todo el año no pisan la Iglesia! Quien esto dice, ignora la realidad y además, que al Inabarcable, se va por muchos caminos. Y a vosotros os lleva por uno que a Él le gusta particularmente, el de la calle, entre la gente, como en Galilea, donde después de Resucitado, nos pide constantemente que volvamos. ¡Iglesia, vuelve a Galilea!
Galilea era el lugar de la procesión continua, de la amistad con el Maestro, fueron los años dorados de mi esposo, donde un grupo de seducidos, como hipnotizados por su carisma eran capaces de todo por estar con él. No sabían Teología, no conocían todavía la Liturgia, ni hablar del Catecismo de la Iglesia Católica, todavía no hablaban de Concilios… ni siquiera iban a Misa, eran… los amigos del Novio. Y decidme, ¿quién no se apuntaría a ese tiempo dorado, donde nuestra Fe debiera volver continuamente?
Con la falta de autoridad que tiene mi palabra, me atrevo a deciros que el cofrade vive en esa etapa, la de Galilea, la de la seducción, que engancha por dentro, sin que uno sepa cómo y que aquí le tiene, al pie de la querida Madre dolorida y del amado Hijo crucificado. El Cofrade, es ante todo un Seducido, un llamado, un Sacerdote callejero, que tiene en la calle su altar y su púlpito y en el hábito cofrade su ornamento sacerdotal. Y hoy que se vacían las Iglesias y las casas; y las calles se llenan, necesitamos de vuestro Sacerdocio más que nunca, porque sin vosotros, habría muchos que no recibirían el primer anuncio de la Fe, no conocerían el mensaje eterno del amor, mensaje tan necesario en esta sociedad que se deteriora por momentos.
La religiosidad popular, no es una fe de segunda categoría, alguien, un poco más listo que yo, Karl Rahner afirmaba: “la religiosidad popular podría acercarnos al misterio de un modo más vivo o más “puro”, pues en ella no se han aplicado los tamices y las categorías teológicas con las que, explicando la experiencia de la gracia, de algún modo la domesticamos. La religiosidad popular está más próxima a ese Dios que, por ser mayor que nosotros, siempre nos descoloca y nos sorprende, desde experiencias que partiendo de las realidades humanas, nos llevan a las divinas.
Las palabras de Jesús son claras: “Te doy gracias Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y se las has revelado a la gente sencilla” La gente sencilla, es un lugar privilegiado de Revelación, al que la Iglesia, hoy más que nunca, debe ir a buscar las pistas de Dios.
Ya en el 1500, Melchor Cano, Teólogo de Relevancia, hablaba de los lugares Teológicos donde Dios se manifiesta y donde la Teología de todos los tiempos debe buscarlo. Y uno de esos lugares relevantes y en el que la Iglesia tiene cada vez más interés, es la Religiosidad Popular. ¿Por qué hombres y mujeres de todo tipo, jóvenes, niños, en toda España, Europa y parte de Hispano América, mientras se paganiza la sociedad, ellos, se sienten cada vez más atraídos por las procesiones de Semana Santa? ¿Es sólo una cuestión de lucimiento, de camaradería de grupo?. Me consta que no.
Para saber qué deciros a este respecto, he ido preguntando a muchos de vosotros: ¿Qué te atrae…? ¿Qué te trae…? las respuestas, me llevaban todas a una pista común, la acción silenciosa del Espíritu Santo en la Iglesia, en el hombre de todos los tiempos. Y no lo digo yo, lo dice la Comisión Teológica Internacional: “Grandes multitudes de creyentes (y de hecho, personas que están más allá de los límites visibles de la Iglesia) tienen acceso privilegiado, al menos potencialmente, a las verdades profundas de Dios. La religiosidad popular surge en particular del conocimiento de Dios concedido a tales personas. Es la manifestación de una vida teologal animada por la acción del Espíritu Santo que ha sido derramado en nuestros corazones. Esta piedad es una realidad eclesial promovida y sostenida por el Espíritu Santo por el cual el pueblo de Dios es, en efecto ungido como un “sacerdocio santo”. Esta unción, es lo que vosotros llamáis DEVOCIÓN.
Esa atracción que sentís, y que os hace aguantar ante las innumerables dificultades que conlleva la convivencia y la organización de todo este magno montaje. Ese: ¡me tienen arto!, ¡yo no vuelvo más!, pero vuelves uno y otro año, sólo se sustenta por el tirón interior de uno que es más fuerte que tú, que tu pobreza, que tu historia y que te eligió, te necesita y te ama entrañablemente. Por eso en esta Liturgia Callejera, cabemos todos, no importa el color, no señalamos a nadie, ni medimos a nadie. Porque el único que tendría que señalar, se ha atado las manos a un madero para esperarnos hasta el agotamiento. Y Yacente, las deja caer, para que nosotros continuemos en su nombre y si miráis las de la Madre, esas manos sólo suplican, que sigamos, que la sigamos como un manto gigantesco de pasión y devoción tras del Hijo que se le muere, tras de tantos hijos que la necesitan, que nos necesitan.
En aquella primera procesión de la borriquilla, cuando algunos protestaban, por el lío que se estaba armando en la calle, siempre ha habido quien proteste, Jesús les dijo esta frase profética: Si estos callan, gritarán las piedras. Y la profecía se cumple hoy más que nunca. Cuando los de dentro de la Iglesia, estamos como un poco aletargados, quizá cansados, o perdidos ante un mundo que corre vertiginoso, sin saber muy bien hacia dónde, y nosotros no sabemos cómo alcanzarlo, la piedra de nuestras Iglesias, las madera de nuestras imágenes, el legado de nuestros mayores, grita el eco eterno de la Fe. Y este eco, no sólo es arte, es Presencia de un Dios, que va más rápido que la Inteligencia Artificial y tiene las únicas respuestas que no nos puede dar el google.
Tenemos en las procesiones y todo su entramado un tesoro único. Lo experimenté especialmente en mis andaduras misioneras por México, pero sobre todo en Argentina. La primera Semana Santa en Argentina, mi anterior destino, fue deprimente, ni el redoble de un tambor, ni el romper el aire de una corneta, ni un “paparrón” por las calles, como se llama en mi tierra, Extremadura, al capirote. Y me estalló el ADN cofrade. Cosí 100 capirotes, con una tela negra que me regalaron y sus consabidas túnicas y primero con latas de leche y palos de los árboles enseñé a tocar el tambor a 100 niños en formación, más acostumbrados a los ritmos del carnaval, que a nuestras marchas de la Semana Santa. Estos niños eran los hijos de los presos que atendíamos en sendas cárceles de hombres y mujeres en las que trabajábamos. El espectáculo era único, sus hijos tocando latas de leche y los doscientos padres y madres, acurrucados en las ventanas de la cárcel. Cuando con un donativo de España, pude comprar 16 tambores con redoble, había que hacer el cambio de ensayo por rigurosos turnos, que acababan en pedradas, no en vano eran hijos de la violencia, alguna pedrada me habré llevado. Y con un esfuerzo arduo, conseguí la procesión, con paso incluido, sobre un camión del ayuntamiento, pero faltaba tradición y había gente que se metía en sus casas pensando que era el ku klux klan.
Esta experiencia me hizo apreciar enormemente, el tesoro que tenemos en España y que vuestro tesón, hermanos cofrades, a pesar de que no siempre los que estamos dentro de la Iglesia comprendemos y acompañamos lo suficiente, vuestro tesón, digo; hace posible. ¿Qué dais mucha guerra?… Si, ¿Qué os gusta el relumbrón? También. ¿Qué cada cofradía tira sólo para ella misma? ¿dónde no? ¿Qué las manolas quieren ser las primeras en la foto? ¡dejarían de ser manolas! ¿Quién dijo que debíais dejar de ser humanos para seguir a Cristo? Con todo este bagaje humano contaba el Maestro y sigue contando, no nos tiene que asustar, ni desalentar. Seguimos manteniendo el parecido familiar con nuestros hermanos mayores, los apóstoles, que eran duros y tardos de corazón. ¿Que vais a tener refriegas, malos entendidos en distintas tonalidades….?eso también es parte de la procesión. Se pide perdón y adelante. Pero nunca dejéis que el diablejo de la disensión, el diablejo de la prepotencia, el del orgullo o la falta de fraternidad, estropee esta obra, que no es vuestra, es la obra del Maestro, a quien todos servimos con pasión, con amor, con sacrificio, ¡cuántos sacrificios cargáis esta temporada Santa! Cada cofrade, es un costalero de esfuerzos, desvelos, carreras y falta de familia y de sueño todo este tiempo y eso el Gran Jefe, lo ve y lo bendice. Ofrecedle desde ya la caída del peso y del paso en vuestra cerviz, y bajándola un poco con humildad decidle de corazón: ¡aquí me tienes Maestro, porque sin saberlo yo, me has llamado!
Me habéis pedido, también, que cuente un poco como vive una monja la Semana Santa. Para nosotros los consagrados, es un tiempo fuerte, que en cada Institución tiene unas peculiaridades propias, y como la que más conozco es la mía y me parece una forma maravillosa de vivirla, os la cuento. Nuestra Semana Santa, de Auxiliares Parroquiales de Cristo Sacerdote, gira en torno a la Liturgia. Sientes profundamente el ser parte de esas Santas mujeres que pulularon inquietas alrededor del Maestro que cruelmente se lo quitan y que generosamente, se les da Resucitado. Como ellas, nosotras, en casi todas las catedrales de España y muchas parroquias de España y el Extranjero, procuramos que la Liturgia intensa de estos días, donde se actualiza y personaliza la Historia de la Redención para el pueblo de Dios de Hoy y de ahora, esté cuajada de belleza y pulcritud. Como aquellas mujeres enamoradas, buscamos los mejores aromas, los más preciados lienzos, las mejores notas musicales y antes incluso que muchos de los elegidos se enteren de lo que está pasando, el amor nos mueve a creer y a actuar por amor.
El amor es nuestro Sacerdocio femenino, el que hace mucho que ejercemos. Pocas Congregaciones estarán tan cerca de los Sacerdotes como la nuestra, sobre todo del Sacerdote Diocesano. En mi recorrido, he encontrado en ellos verdaderos hermanos en la Fe y compañeros de camino. Con las típicas excepciones que confirman la regla. No es más grande el que está más arriba, sino el que sirve, y son palabras del Maestro. ¿Cuándo será el día en que la Iglesia tenga altercados teológicos, por ver quien sirve más? Ese día, lejano, será cuando hayamos entendido el Evangelio. No necesitamos subirnos a un púlpito para hacer girar el mundo, porque el mundo se mueve por el impulso de los enamorados, de los convencidos, de los que siguen sin desaliento. No han sido los primeros puestos, el postureo, o los amplios ropajes, los que han hecho el mundo y la Iglesia, sino los Santos de todos los tiempos, y por ese puesto si vale la pena pelear, sin movernos de aquel en que Dios nos colocó y orgullosos de ser cada uno en nuestro rincón, parte de ese engranaje de, “pasar haciendo el bien”. Decidme: ¿Qué institución puede contar en su haber, a lo largo de la historia, con tantas mujeres destacadas, como la Iglesia Católica?: Teresa de Calcuta, o la de Jesús, o Teresita o Aurea, Luisa de Marillac, Juana de Lestonnac, Teresa de Jesús Jornet, Beatriz de Silva, Vicenta López Vicuña, Pilar Izquierdo, Mª Micaela del Santísimo Sacramento, Catalina de Siena, Clara de Asís y un largo etc interminable de mujeres aguerridas y convencidas, enamoradas, no necesitaban envidiar ningún puesto privilegiado, su vida coherente fue su altavoz, influencers de la verdad, que ¡buena falta nos hace!
He tenido el privilegio vital de vivir por el mundo todo tipo de Semanas Santas y una gran experiencia de la humanidad doliente; cada Consagrado o Consagrada, es un cofre de historias humano-Divinas. En nuestro haber tenemos hijos de todos los tamaños y colores. Y en nuestro recuerdo situaciones a veces tremendas que hemos ayudado a superar. Me siento afortunada por lo que Dios, mi Congregación y la Iglesia me han permitido vivir. Nunca me ha faltado papel en la Iglesia, y siempre me han faltado horas, sobre todo de sueño.
Y para que este camino de Santidad por el que trabajamos, no se vea afectado por el activismo al que muchas veces nos lleva nuestra misión en la Iglesia; en nuestros pequeños conventicos, pisos parroquiales, en los que vivimos como cualquier persona, procuramos un clima de vida interior, nuestro fundador, José Pío Gurruchaga, sabiendo que nuestra actividad sería intensa en muchos lugares, quería que fuéramos anacoretas dentro y misioneras fuera, para ello madrugamos y antes de que estén puestas las calles de Logroño, en el cuarto piso tenéis tres monjitas rezando por todos vosotros, por nuestra gente, por cuantos pasan por la calle portales, por cuantos nos cruzamos en la Catedral. Es lo primero que aportamos en nuestra Misión, la intercesión por todos. Y en la Semana Santa, a las únicas que no veréis en la procesión será a las Auxiliares Parroquiales, porque mientras desfiláis bajo nuestro balcón, nosotras oramos. Tengo que confesar un pecado comunitario, estos años atrás ha sido irresistible no asomarnos y rompiendo un poco la regla de silencio y recogimiento fuimos testigos privilegiados de vuestro esfuerzo.
Queridos cofrades en la calle vais a representar visualmente con nuestra inigualable imaginería española, lo que un día hizo Dios por nosotros. Pero dentro, en la Iglesia, no representamos, sino que vuelve a pasar lo que un día en el Calvario y esta vez, para ti y para mí. De ahí la importancia de la Liturgia y la necesidad de formarnos en este campo y el interés por nuestra parte de embellecer la misma con signos y símbolos que expresen algo de lo grandioso que aquí acontece. Pero he de reconocer que la Liturgia es un plato fuerte de la Fe y necesita formación y el tiempo de Dios, que es más eterno que el nuestro, para que la gustemos. Deseo para nosotros los encargados directos de la evangelización Litúrgica, que Dios nos de la sabiduría para que sepamos engancharos por su belleza, y la paciencia para seguir, junto a vosotros, el paso que Dios tiene para cada uno.
Pido a Dios, que la Fe del Cofrade, que transmitís de generación en generación, conceda a algunos de vuestros hijos el regalo que la vida a mí me concedió, ser elegida para seguirle más estrechamente en una procesión no de 24 -7 sino de 24-Vida y que tantas satisfacciones me ha regalado y por mi medio ha llevado a otros.
Una última palabra para dos sectores que me parecen muy importantes en estos días. Como música, no puedo dejar de dirigirme a las bandas que acompañan nuestros pasos, a su esfuerzo y a la labor cultural que ejercen sobre todo en los niños y jóvenes. Bendito sea vuestro ruido, que a algunos les molesta, mientras consienten impasibles el zumbido sordo de la droga y la delincuencia, la depresión y el vacío en nuestros jóvenes. ¡Ojalá lleguemos a acallar con vuestro buen hacer, el ruido de estas lacras sociales! Sois el sonido de Dios, que estremece y enfervoriza, gracias por vuestro esfuerzo.
Y mi última palabra para las mujeres cofrades, ¡que, bien interpretáis el papel de aquellas santas mujeres que rodearon a Jesús!: hacendosas, conciliadoras aunque con espíritu batallador, ese es nuestro papel de mujeres, no dejéis que os lo arrebaten, poner amor, paz, dinamismo, intuición, sois el aglutinante de la procesión, ese es nuestro carisma femenino, del que estamos encantadas, no en vano somos la guinda de la creación de Dios.
Riojanos y Riojanas, se va a derramar esta Semana Santa, de nuevo y realmente, hasta la última gota de sangre de Dios, con la que en letras gigantescas escribe sobre el mundo que nos ama, pero para repetir el milagro, busca un buen vino donde realizarse. Somos tierra de buenas cosechas, de mejor vino, ofrezcamos este año nuestras vidas, nuestra tierra, nuestros esfuerzos, como en un ofertorio grandioso a ese Dios que cuenta con el trabajo del hombre. Cuando salgáis revestidos a celebrar vuestra Misa Callejera, Mirad orando a todos los que os crucéis, extended vuestra mirada a este mundo que sufre los horrores de la guerra y la inconsciencia de los poderosos, del maltrato femenino y masculino también en algunos casos, de las adicciones, de la desunión familiar, de la frustración y el desempleo, de una sociedad multicultural que debe aprender a convivir en armonía y como Cristo en la Cruz, interceded por cuantos os encontréis a vuestro paso. ITE MISSA EST.