COMO PECES

En la secuencia de apertura de la famosa serie The Chosen (Los Elegidos), sobre la vida de Jesús de Nazaret, aparecen unos peces nadando en una dirección y, de repente, alguno de esos peces, por alguna razón, se da la vuelta y comienza a orientarse en dirección contraria al resto, cambio del que se contagian otros, de modo que no son pocos los que terminan avanzando en un sentido diferente al de la mayoría. No es nuevo esto de nadar contra corriente. Cada mentalidad, según las épocas, trae su propia dirección que choca con otros modos de ver la realidad, dinámica que afecta a todos los ámbitos en los que se desenvuelve la vida de la gente: la organización social, política, religiosa, económica, moral, etc.

Vayamos a los comienzos del cambio de rumbo de la historia que trajo el protagonista de la serie. ¿Cómo se entiende que unos hombres de raza y mentalidad judía, sin cultura, como eran los apóstoles, se enfrentaran a los sabios del Sanedrín, el Tribunal de Dios para el pueblo judío, que acaba de declarar maldito según la Ley a su Maestro, por el tipo de muerte al que había sido sentenciado? ¿Acaso no se entendería su escándalo, miedo, confusión y vergüenza y, por tanto, su ocultación y desaparición? Y, sin embargo, de repente, se presentan en público con una fuerza inusitada, tan solo unos días después de la muerte de Jesús, corrigiendo al Alto Tribunal de su pueblo, afirmando que no tenían por qué obedecerlo ya que eran testigos del verdadero juicio de Dios, que había respondido definitivamente resucitando a Jesús de entre los muertos, porque se les ha presentado ¡vivo!, confirmando todo lo que les había enseñado. La persecución estaba servida a pesar del consejo del sabio Gamaliel que, al contemplar la convicción de sus afirmaciones sugería que los dejaran tranquilos a ver si era cosa de hombres o de Dios, lo que se resolvería solo.

El conflicto salpicó al Imperio. Roma, implacable con sus enemigos, sabía astutamente tolerar las divinidades de los pueblos conquistados porque entendía que, mientras adoraran al César en algún momento, sus creencias no suponían un problema para el Imperio y a ellos les ahorraba el esfuerzo de sofocar la rebelión, siempre compleja por motivos religiosos. La fórmula, sin embargo, no funcionó con los cristianos, que reconocían a un solo Señor, incompatible con la aceptación de otro dios. Conocemos el precio que sigue pagándose en la actualidad.

El pez se convirtió en el signo secreto de identificación de los cristianos ya que su nombre en griego (Ichthys) se correspondía con el acrónimo: “Jesucristo, Hijo de Dios, Salvador”. Entendemos que el pez que cambia de dirección en la serie de Los Elegidos es el que reconoce y acepta un estilo de vida que ya no puede alinearse con determinados presupuestos de ayer y de hoy.

El pasado 8 de abril se publicaba el documento Dignitas infinita (Dignidad infinita), sobre la dignidad humana, por parte del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, señalando la postura de la Iglesia sobre esta cuestión, que entiende que la persona ha sido creada a imagen y semejanza de Dios, sellada por la entrega de Cristo, y destinada a su encuentro definitivo con Él; de ahí su carácter sagrado independientemente de la situación física, psíquica, social, cultural o religiosa, en la que se encuentre la persona.

Estas certezas permiten iluminar los debates sobre la libertad, los auténticos derechos, y los atentados contra la dignidad humana. El documento enumera alguna de estas injusticias, como por ejemplo: la pobreza, la guerra, las víctimas de la emigración, la trata de personas, los abusos sexuales, la violencia contra las mujeres, el aborto, la maternidad subrogada, la eutanasia y el suicidio asistido, la situación de las personas con discapacidad, la teoría de género, el cambio de sexo y la violencia digital.

Todo un trágico elenco de situaciones que, independientemente de quién esté detrás de ellas, no dejan de ser una agresión contra la dignidad humana, aunque no todos lo ven así; prácticamente en las mismas fechas en las que se hacía público el mencionado documento Francia incluía el aborto como un derecho en su Constitución y el Parlamento Europeo lo reconocía como un derecho fundamental.

La concentración a favor de la vida, en toda su realidad, del pasado 6 de abril, en Logroño, organizada por la diócesis, se suma a la dedicación de tantas personas que quieren seguir trabajando por la dignidad humana al estilo de aquel al que se le identificaba con la figura de un pez.

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