El próximo día 4 de junio, Vigilia de Pentecostés, celebraremos, Dm, en las instalaciones del Seminario, el encuentro diocesano en el que se presentan las conclusiones de las aportaciones realizadas sobre la sinodalidad, con las que nos sumamos a la preparación del sínodo convocado por el Papa Francisco y que llevaremos al encuentro nacional previsto para el 11 de junio en Madrid.
Como en otras convocatorias, cada uno podrá concluir cómo se ha incorporado a este llamamiento de la Iglesia universal, o cómo ha dejado escapar esta oportunidad de pronunciarse sobre su visión de Iglesia, con el rastro que toda acción deja en nosotros.
En cualquier caso, os animo a participar en la cita del sábado 4 de junio, que tiene un significado especial, ya que confluyen, con toda intención, la celebración del envío del Espíritu Santo a la Iglesia, que levanta testigos en las plazas, y la síntesis de las reflexiones de tantas personas, con diversos grados de adhesión eclesial, que han contribuido al enriquecimiento de la consulta realizada. Sólo el Espíritu sabe de nuestras aportaciones y cómo han de señalarse en este momento particular para afianzarse en el camino que Dios quiere para su Iglesia. El Defensor, enviado por el Padre, nos irá recordando todo lo necesario para conducirnos a la verdad plena, tarea que escapa a nuestras meras capacidades.
Las aportaciones se han ido aglutinando en torno a cinco grades núcleos, que fueron precisamente los temas de consulta: nuestra capacidad de escucha, el diálogo de la Iglesia con la sociedad, la celebración de la fe con toda su riqueza, la misión cristiana compartida, y el discernimiento de los caminos a seguir.
Agradecemos a los participantes, al equipo diocesano que ha preparado los materiales y sintetizado las aportaciones, y a todos los que con su testimonio y oración han ido acompañando y facilitando el reto que siempre supone una consulta tan extensa en un mundo tan plural como el nuestro.
Si el encuentro previsto tiene una primera parte de presentación de las conclusiones y los testimonios de diversos participantes, culmina con la celebración del misterio de comunión que se ofrece en la Eucaristía, dejándonos incorporar al deseo de Dios de hacernos uno con él para que el mundo crea. Nos vinculamos a toda la Iglesia que ruega la presencia del Espíritu, sin cuyo aliento nos desfondamos y desorientamos fácilmente en esta parte de la historia que nos ha tocado vivir. Este es nuestro escenario, el que se nos ha concedido para comprobar la promesa del Señor de seguir siempre a nuestro lado.
Os espero en este día de la Víspera de Pentecostés, para celebrar juntos los frutos del trabajo realizado, y la recepción del Espíritu, que nos constituye como pueblo y nos abre siembre a la esperanza.